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ANU-AR | "Vidas desperdiciadas", migrantes en los Balcanes

"Vidas desperdiciadas", migrantes en los Balcanes

Estalla otra crisis de migrantes en el mundo, pues no se detiene el incesante paso de almas atormentadas por la "ruta de los Balcanes". Por Allí desfilan miles de inmigrantes y refugiados, mayoritariamente fuga de las zonas de guerra de Siria, Irak, Afganistán y Africa, dirigidos hacia los países prósperos del norte de Europa, donde, desesperados, esperan encontrar condiciones de vida más humanas y dignas.

Unos 100.000 han atravesado hasta ahora Serbia, el país que se ha convertido en los últimos días en el centro de la emergencia migratoria, tras la decisión de Macedonia de volver a abrir la frontera con Grecia, adonde llega la oleada de personas desde el mar o desde la vecina Turquía.

La emergencia suscitó alarma también en Bulgaria, donde el gobierno dispuso el envío de medios blindados a cuatro pasos de frontera con Macedonia.

"Una medida preventiva dirigida a reforzar el presidio a lo largo de la frontera y a acompañar a las patrullas de guardias fronterizos", dijo en Sofia un portavoz del ministerio de Defensa. Evidentemente existe el temor de que, para esquivar el bloqueo del muro húngaro, los inmigrantes pueden decidir viajar hasta el norte de Europa a través del territorio búlgaro.
Un gesto de distensión llegó en cambio de Berlín, donde el gobierno de Angela Merkel, derogando la Convención de Dublín, anunció que los refugiados sirios no serán mandados de vuelta al primer país de entrada en la Unión Europea. Serbia, por otra parte, pese a la emergencia, parece reaccionar con orden y espíritu de humanidad al enorme flujo de refugiados, un fenómeno de dimensiones nunca vistas antes en toda la ex Yugoslavia.

Desde el sur del país, los inmigrantes -que se registran en los centros de acogida para obtener un permiso temporal de estadía de 72 horas-prosiguen su camino en autocares, trenes y medios privados hasta Belgrado, etapa intermedia antes de alcanzar la frontera con Hungría.

Entrar a este país es, sin embargo, cada vez más difícil debido a la decisión del gobierno conservador de Viktor Orban de cerrar los 175 kilómetros de frontera con Serbia con una barrera metálica de cuatro metros de altura. Pese al muro, cuya construcción quedará terminada a finales de agosto, antes de lo previsto inicialmente, tantos logran de todos modos entrar en suelo húngaro, por lo que las autoridades de Budapest anunciaron hoy un endurecimiento de la normativa, con penas más severas para quien viola la frontera.

Quien logra entrar en Hungría, se equipa para llegar hasta Alemania, Austria, Holanda, Suecia, Noruega.
Se trata de "vidas desperdiciadas" el producto de "una modernidad líquida", como afirma el ensayista y sociólogo polaco radicado en Gran Bretaña, Zigmunt Bauman. "No hay territorios que puedan definirse como carentes de administración soberana, es decir, todavía sin colonizar. Durante la mayor parte de la historia moderna esos lugares desempeñaron el papel crucial de vertederos para los desechos humanos", afirma el autor de "El amor líquido", "La sociedad sitiada", entre otros textos notables.

Ser un "residuo humano" es ser una víctima de la victoria del progreso económico a escala planetaria, afirma Bauman en referencia a la crisis de los inmigrantes. Ser refugiado implica, entre otras cosas, no tener tierra, casa, aldea, ciudad, padres, posesiones, trabajos. Es estar a la espera de una ayuda que nunca llegará, a la deriva. El "asistencialismo humanitario", lo único que hace, es darle al refugiado un campamento lo más alejado posible, controlado y vigilado por guardias armados, cercado por muros y alambres de púas, de donde, además, pronto serán echados, añade en sus reflexiones con feroz realismo.

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